Hola, mi cielo:
Son incontables los recuerdos de ese primer embarazo, ingenuo y dulce, primerizo y deseado. Te disfrutamos poco tiempo, pero quizás por eso es aún más especial, hemos aprendido a darle valor a cada momento. La ciudad está llena de señales, que a pesar del paso del tiempo nos continúan acercando a estos meses que compartimos, que nos permiten revivir todo el cariño que nos regalabas cada día, de la ilusión de sentirte moverte, crecer, de verte por primera vez, la niña más guapa del mundo. Y cuando tuviste que marcharte, el amor permaneció.
Ahora el tiempo de las culpas ya pasó, y aunque la rabia y la impotencia siempre acechan, el equilibrio poco a poco vuelve a esta vida sin ti; pero esta precaria armonía incluye el echarte de menos cada día. Esta añoranza, que cada vez se aleja más de la agonía de haberte perdido y del irracional deseo de que nunca nos hubieras dejado, es como una manta suave en la que me envuelvo cuando siento el vacío que dejaste al marcharte. Y bajo ella te sigo recordando, con recortes o palabras escritas, entrelazando este amor indeleble con el día a día.
Por eso, mi deseo de nuevo año va para esta pequeña familia, para que ame tanto a los que vengan como a los que se fueron.
Te quiere siempre,
Tu mamá
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