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Cómo ayudar




 

Carta de una mamá que perdió a su hijo


No te pido que me des un trato especial. No estoy enferma, no tienes que alejarte de mí, solo te pido que consideres algunos aspectos, pues me ha sucedido lo peor que me pudo haber sucedido.

Te pido que no tengas temor de pronunciar el nombre de mi hijo, ya que él vivió, vive aún en mí y fue y es muy importante.
Considera lo feliz que me siento de saber que tú también lo recuerdas y hablas de él. Me gusta saber que tú también lo tienes presente en sus cumpleaños y aniversarios.

Considera que pasaré tal vez en un mismo día por diferentes emociones.
Puedo vibrar de alegría al recordar a mi hijo y puedo llorar después por su ausencia.
Tal vez un día estaré feliz y otro día será desastroso para mí.
Te pido que me des espacio para ser libre con mis emociones, aún estoy trabajando en ellas.
No me obligues a estar contenta si me ves retraída, porque estoy pensando en mi hijo.
Considera que lo que me ha pasado no tiene nombre. No lo compares a otra situación que te haya sucedido a ti. Perder un hijo no es igual a ninguna otra muerte o evento. Por favor, no hagas comparaciones.

Considera que a pesar de que estoy trabajando en trascender mi duelo y elaborar mis emociones, no sé cuánto tiempo pueda durar esto en mí.
Aunque los profesionales digan que el duelo dura de uno a tres años, a veces pienso que pasarán muchos años para poder superar este trauma.
Dame tiempo, no sé cuánto…

Por favor no me consueles con explicaciones teológicas ni religiosas, no me digas que “Dios quería otro angelito con Él”.
Considera que es normal el hecho de que yo replantee mi fe y mis creencias. Incluso, permíteme cuestionar mi religión y algunas otras cosas y no me hagas sentir culpable.
Yo sé que saldré con fe nueva y fortalecida en Dios, lograré un nuevo entendimiento con Él.

Considera que mi cuerpo también me pasa la factura por este golpe emocional.
Puedo ganar o perder peso, dormir mucho o no poder dormir. Tener raras dolencias y ser propensa a estar enferma.

Considera que hay momentos en que no me puedes hablar de problemas económicos. Yo los conozco. Solo te pido que consideres el momento oportuno.

Por último, considera que tengo nuevos “anteojos” para ver la vida.
No soy la misma. Jamás lo seré.
Soy diferente, no soy como antes, tal vez soy mejor…
Trata de conocerme.

Autor: Mauricio Meza Acosta

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