Hola, mi vida:
Para lo bueno y lo malo, la vida sigue. Amets ha llegado por fin, tras un pequeño susto durante el que todos aguantábamos el aliento, pensando en lo cerca que estuvimos de poder abrazarte y lo bruscamente en que cambió nuestro mundo. Durante ese largo día, entre sentimientos de culpabilidad, yo te rezaba en silencio, mi niña, para que velaras por tu primito y les permitieras tener aquello que a nosotros nos fue arrebatado.
Tardaré mucho en poder mirar a otros niños pequeños o embarazadas sin que esa maraña de envidia, rabia y pena no oprima mi corazón. Aún así, tener a tu primo en brazos me ha ayudado a recordar que ninguno de ellos eres tú, cariño. Y aunque esto tantas veces me entristezca, también me recuerda lo especial que fue tenerte con nosotros esos 9 meses, porque nunca más existirá para mi nadie como tú. Nada ni nadie, ni siquiera tus futuros hermanos, podrá ocupar tu lugar en mi corazón, siempre existirá el rinconcito de Aroa.
En esta vida que sigue sin ti, tu recuerdo nunca me abandona. Esté donde esté, tu recuerdo viene conmigo, y por ti sigo adelante cada día. Quiero pensar también que cada lugar en el que te recuerdo no dejo de compartirlo contigo y de esta extraña manera es como si pudieras disfrutar un poco a través de mi de esta vida que te fue robada, mi princesita. Y por eso cada día sonrío un poco más, aunque todavía me cueste entender porque no pudimos disfrutarlo juntas.
Te quiere siempre,
Tu mamá
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