Hola, mi cielo:
Aunque siempre te llevo conmigo, muchas veces necesito sentir algo físico que me recuerde a ti, tal vez porque realmente tengo muy poco. Por eso la casa se llena poco a poco de búhos, sin que logre explicar el origen del fetiche,ni el porqué mis ojos se nublan y mi estomago se encoge cuando devuelvo la mirada a esos pequeños pájaros de ojos grandes y penetrantes. Curiosamente este año todo se viste de esos pequeños animales, que se empeñan en aparecer en los rincones del escaparate, en los papeles de regalo, en abrigados pijamas; a veces pienso que es un reflejo de como formas parte de mi pensamiento, sin desaparecer por completo, siempre asomando por un rinconcito. Quizás simplemente me gusta imaginarte con grandes ojos de mirada despierta, interesados por todo, siempre con ganas de jugar.
Otras veces simplemente necesito el contacto físico con algo que me vincule a ti. Es difícil expresar lo que sentí cuando me mandaron el circulo grabado; era consciente del miedo que tenía a no ser capaz de mantener tu recuerdo, pues sólo podía recordar tu carita rememorando los rasgos por separado, a pesar de que habían pasado tan pocas semanas, pero no del alivio que me daría comprobar como más de tres décadas después otra persona era capaz de recordar tan bien lo que se sentía y mantener el amor intacto hacia ese bebé que también se fue. Por eso no hago distinciones con tu relicario, que por razones obvias es tan preciado, y procuro que siempre me acompañe uno de los dos en el a veces duro día a día.
Quizás esto no lo comprenda alguien que no haya vivido una pérdida así, bien sea de un hijo, un nieto o un amigo que se marchó antes de lo esperado, llevándose distinta cantidad de recuerdos, pero el mismo amor incondicional. A veces intentamos racionalizar las emociones, sin darnos cuenta de que razón y sentimientos son dos entidades diferentes, aunque pueden trabajar juntas y se complementan si aprendemos cómo lograrlo. ¨La cuna vacía¨ es un libro en el que psicología, sociología, ciencia y emociones van de la mano para ayudar a comprender qué significa perder a ese bebé tan amado que todavía es ¨un niño o niña de agua¨. En las páginas de este libro, que funde todos esos aspectos obtenidos desde distintos prismas, he encontrado a veces consuelo y otras comprensión al ver reflejados mis sentimientos en experiencias similares, pero también razonables consejos para superar sin olvidar y lograr que tu recuerdo, con su luz y oscuridad, me acompañe de ahora en adelante. Cómo dice en una de sus frases:
¨La muerte termina con la vida de aquellos a quienes amamos, pero no le pone un punto final a nuestro amor por ellos (...). Mantenemos intacta nuestra capacidad de amar y de sentir el amor de aquellos que han muerto. Cuando nos damos cuenta de estas cosas, podemos empezar a dejar ir lo que hemos perdido ( su presencia) y empezar a atesorar lo que aún tenemos de ellos ¨.
THOMAS ATTIG
Así que como ves, mi niña, de una manera u otra, con o sin ayuda, rodeada de búhos, colgantes y sobre todo junto a tu padre, te querré siempre:
Tu mamá