Hola, mi vida:
Nuestro diario |
Aunque también escribo en el blog, hoy estreno cuaderno, con una pequeña niña de rizos desbocados en la portada, de mirada inquieta y curiosa, como sin duda lo hubieras sido tú. Todavía se me hace muy duro imaginar todo aquello que pudiste haber sido, tantas esperanzas rotas, tanto amor sin destino. Por eso sigues llenando cada instante de mi día, pues me levanto contigo en mi mente, te busco en la cara de cada niño, te añoro en todo aquello que hicimos juntas, te lloro cada atardecer y te quiero día y noche.
El vestido de la yaya |
Porque fuiste y sigues siendo el centro de mi vida. Contigo compartía los nervios del trabajo, reclamando rebelde la atención mientras yo me sonreía interiormente, y te mecía adormecida en el camino a casa, con caricias externas y descansos frecuentes; por las noches te removías juguetona e incansable, sólo relajada bajo la calma impasible de tu padre. Para tí imaginaba tranquilos crepúsculos compartidos y paseos por la playa, descargaba juegos y canciones de cuna, miraba anhelante escaparates rebosantes de diminutos vestidos.
Quizás por eso se me hace tan difícil sentir ilusión ante los múltiples planes que se tejen a mi alrededor; te convertiste en mi felicidad, y al marcharte la llevaste contigo, dejando en mi mirada, antaño risueña, tan sólo melancolía. Y aunque en mi mente sé que tengo que seguir adelante, pues se lo debo a tu padre, a mi familia, incluso a tus futuros hermanos, simplemente no puedo todavía, ahora que sé que te he perdido para siempre. Porque ningún consuelo te devolverá a mis brazos, nadie conseguirá devolvernos las ilusiones robadas, y mi corazón nunca recuperará el hueco que dejaste.
Supongo que el tiempo pondrá parche a este dolor, la rutina cobrará sentido y el mañana recobrará su brillo; tal vez soy egoista por no creerlo todavía, por buscar a veces la soledad para añorarte, sin corresponder el cariño que me rodea. Pero sea pronto o tarde, todavía no estoy preparada para ese futuro en el que tú no estás.
Te quiere siempre,
Tu mama